Doctrina
Título:Principales conceptos asociados al desarrollo sustentable
Autor:Abreu, Luciana
País:
Argentina
Publicación:Revista Iberoamericana de Derecho Ambiental y Recursos Naturales - Número 22 - Diciembre 2016
Fecha:06-12-2016 Cita:IJ-CCLI-876
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I. Introducción
II. Contexto
III. Visiones del desarrollo sustentable
VI. Desarrollo sostenible y sostenibilidad
Notas

Principales conceptos asociados al desarrollo sustentable

Luciana Abreu [1]

I. Introducción [arriba] 

Toda reflexión orientada en pensar las dimensiones o conceptos que delimitan el alcance del llamado “desarrollo sustentable”, en definitiva se vincula a los modos de pensar la relación entre ambiente y desarrollo, comprendidos bajo la mirada de diferentes paradigmas, y a nuevos discursos ambientales que han surgido en las últimas décadas, donde existe una relación dinámica entre la gestión de recursos, el ambiente y el desarrollo. Asimismo, en la propia evolución de las teorías del desarrollo, se ha transitado históricamente desde una idea de colonización para la ampliación de territorio y poder de los Estados, y posteriormente el marco de referencia de la Sociedad de las Naciones como primera organización política internacional (SDN), que legitimó la modalidad de nuevas formas de intervención internacional, que venían enraizadas desde la colonialidad. Las deficiencias para la prevención de conflictos y el contexto de una Europa devastada por la guerra darán lugar a nuevas visiones de desarrollo a través de la construcción jurídica de un régimen internacional que intente armonizar el concierto de las Naciones (ONU), donde en esta fase se incorpora la presencia de ex colonias como nuevos Estados independientes y la idea de compensar asimetrías históricas en términos de la división países desarrollados/subdesarrollados, implicando con ello que los segundos se hallaban en tránsito de completar una fase faltante de progreso. La palabra desarrollo cobra aquí un sentido político, que a través de nuevas construcciones normativas, irá incorporando la dimensión ambiental.[2]

II. Contexto [arriba] 

Los actuales patrones de producción y consumo conllevan implícito un uso intensivo de recursos naturales que en el contexto de economías globalizadas[3], la crisis climática, económica y financiera, sumado a la actual crisis alimentaria, operan como factores desencadenantes del nuevo escenario del Cambio Ambiental Global. De allí que los discursos ambientales oscilen entre los ejes del decrecimiento y la ecoeficiencia, como posibles propuestas de abordaje y resolución de problemas. Si se piensa que la globalización implica la creación de un único espacio mundial donde tienen lugar una serie de intercambios, patrones de interdependencia, flujos, movilidad de recursos, constituyendo el ámbito de la nueva economía y cultura global, al mismo tiempo, debe destacarse el impacto asociado en términos de reestructuración territorial, nuevas modalidades en la división del trabajo internacional[4] e interregional así como una nueva geografía del desarrollo con regiones que percibirán los frutos de ese proceso de forma muy diversa.[5] La gestión ambiental, el desarrollo económico, la planificación de ambos, y las construcciones teóricas sobre las cuales éstos tienen su basamento, se hallan bajo permanente proceso de revisión y análisis.[6]

La clasificación efectuada por Michel Colby[7] resulta útil al distinguir cinco paradigmas que abordan los vínculos entre ambiente y desarrollo, que incluyen desde una visión neoclásica hasta posturas ecologistas extremas, a saber: i) la economía de frontera; ii) la protección ambiental, iii) la administración de los recursos, iv) el ecodesarrollo, v) la ecología profunda.

a) La Economía de Frontera

El progreso se asocia a un crecimiento económico infinito, donde la naturaleza, por un lado, es fuente de recursos ilimitados y a su vez, el ambiente, como se señaló, recibe los subproductos del consumo generados por la producción, bajo diferentes formas de contaminación y degradación ambiental

El traspaso de recursos naturales a la economía y el regreso de desechos al ambiente, no es considerado un problema bajo este paradigma, en tanto se considera que la extensión de recursos es infinita, con lo cual el ambiente biofísico no constituiría una preocupación para la economía. En este sentido, el proceso económico es pensado como un sistema cerrado donde se produce una relación circular entre producción y consumo.

El punto de partida de pensar en la idea de extensión infinita de recursos, implica el distanciamiento –teórico y práctico- entre la economía y la naturaleza; mientras que la economía neoclásica se centraba en el eje de asignar recursos percibidos como escasos, la economía marxista, se centraba en los aspectos distributivos de los mismos.[8]

b) La Ecología Profunda

La Ecología Profunda presenta valores contrapuestos a la economía de frontera, con una ética que descansa sobre una serie de visiones filosóficas tanto antiguas como modernas donde en la relación hombre-naturaleza se resaltan aspectos éticos, sociales y espirituales. Como elementos esenciales se encuentra la idea de igualdad de las especies, las grandes reducciones de las poblaciones humanas, la autonomía regional en términos de reducir la dependencia económica, tecnológica y cultural y los intercambios dentro de regiones que posean características biológicas comunes, economías no orientadas hacia el crecimiento, la disminución del uso de tecnologías, la promoción de la diversidad biológica y cultural, y un uso mayor de los sistemas locales de administración y tecnología. Quienes suscriben a este paradigma en función de su alto nivel de flexibilidad y apertura, en sus grados más extremos, preconizan la idea del ´crecimiento cero´, el cual supone un stock de riqueza física constante –capital- y un stock de personas físicas también constante –población- y que ambos deben mantener un nivel de entradas –producción, natalidad- igual al nivel de salidas –consumo, mortalidad- Ello implica un estado de cosas donde sólo la población y el capital dejen de crecer, pero la tecnología, la información, el conocimiento, la distribución de la riqueza y el ingreso no deben hacerlo necesariamente.[9]

c) La Protección Ambiental

El paradigma de la protección ambiental constituye un intento de contemporizar las posturas extremas previamente analizadas. Se evalúa un trade-off entre la conservación del ambiente y el crecimiento económico, donde a partir de esta visión se reconocen los impactos de la contaminación en la salud y el interés por las especies en peligro de extinción. Se aplica una política ambiental negativa en el sentido de institucionalizar un enfoque centrado en el control de los daños en la reparación y la limitación de la actividad dañina, basado en un enfoque neoclásico en tanto sistema económico cerrado donde la estrategia principal radica en legalizar el ambiente como una exterioridad económica, pero no reflexiona acerca de modificar ciertas modalidades de desarrollo. De este modo se hace uso de tecnologías y gestión ambiental orientadas a reducir emisiones, plantas de tratamiento, pero manteniendo idénticos procesos de producción. El mercado es regulado mediante la imposición de prohibiciones y umbrales de contaminación.

d) El Ecodesarrollo

El ecodesarrollo propone una revisión radical de la conducta humana en materia de desarrollo, lo que implica una visión amplia de las interacciones de la sociedad y la naturaleza con un abordaje apropiado.[10] Ello implica “reestructurar la relación entra la sociedad y la naturaleza en un ´juego de suma positiva´, mediante la reorganización de las actividades humanas para que sean sinérgicas con los procesos y los servicios de los ecosistemas, por oposición a la ´simbiosis´ sencilla de regreso a la naturaleza defendida por los ecologistas profundos”.[11]

Este paradigma extiende los límites del modelo de ´Administración de recursos´- en tanto el modelo del sistema económico cerrado es reemplazado por el modelo de ´economía biofísica´, que implica una economía abierta en términos termodinámicos dentro del ecosistema: los recursos biofísicos –energéticos, materiales y ciclos de procesamiento ecológico- fluyen del ecosistema hacia la economía, y los recursos energéticos degradados y otros subproductos, fluyen hacia el ecosistema. Mediante este modelo se propone reemplazar el principio de ´contaminador-pagador´, por el de ´la prevención de la polución es rentable´. Es así que los mecanismos del desarrollo se han de supeditar a las necesidades de la población, poniendo de relieve la dimensión ecológica para una armónica relación entre el hombre y la naturaleza.

Inicialmente, el ecodesarrollo se orientó como estrategia de desarrollo basada en el uso racional de recursos naturales locales y los conocimientos de las comunidades rurales para aplicar a las comunidades campesinas del Tercer Mundo, tomando distancia de modelos de economía neoclásica al estilo de los países industrializados del Norte; posteriormente, el modelo evolucionó hasta incorporar tanto a países desarrollados como en desarrollo, y a proyectos rurales tanto como urbanos e industriales.[12]

e) El desarrollo sustentable o Administración de recursos

Luego de finalizar la Segunda Guerra Mundial tiene lugar la mayor etapa de crecimiento económico de la historia del capitalismo y los centros de poder y la economía ortodoxa propagan, entre otras, dos ideas básicas. La primera, radica en que la paz vehiculiza un crecimiento económico prolongado que posibilitará a los llamados países en desarrollo, a seguir el camino del crecimiento de aquellos desarrollados-países No-OCDE y países OCDE- que se conoce como la teoría de las etapas de Rostow[13]. La segunda premisa, propugna que los recursos planetarios son ilimitados, lo cual permite un crecimiento sin fin.[14]

No obstante, a fines de los años sesenta surge la conciencia de la gravedad de los problemas ambientales que se producen sobre todo en los países OCDE. Posteriormente se pone en evidencia que la acumulación de las emisiones y destrucciones locales determinan impactos macro-regionales y planetarios (cambio climático, contaminación del océano, erosión de la capa de ozono, destrucción de la masa forestal, etc.).Inicialmente, el desarrollo sustentable[15] recepta la idea básica de integrar todos los tipos de capital y recursos, a saber, biofísicos, humanos, infraestructurales y monetarios, al momento de calcular las cuentas nacionales, el nivel de productividad, las políticas de desarrollo y la planificación de la inversión.

La mirada del desarrollo sustentable intenta conciliar la protección ambiental con la necesidad del desarrollo de las sociedades. No obstante, los imperativos tradicionales de crecimiento económico aún son pensados como el objetivo principal del desarrollo, si bien la meta de la sostenibilidad opera como una restricción necesaria para un crecimiento verde. Esta medida de sostenibilidad no parece haber alcanzado un consenso en términos de su alcance. Este modelo de desarrollo sustentable o sostenible global puede rastrearse en sus orígenes, en la década del setenta, en ocasión de la Conferencia de Estocolmo de 1972, como punto de inflexión respecto de los debates en torno a la relación-hombre naturaleza. Luego, en 1987, el término ´desarrollo sostenible´ es acuñado por primera vez, en el Informe Bruntland[16]. Este Informe gira alrededor de las interrelaciones entre el desarrollo y la protección ambiental, contrariamente al enfoque anterior que tenía la preocupación inversa en cuanto a los efectos del crecimiento económico sobre el ambiente. El concepto tuvo interpretaciones posteriores pero se toma para el presente análisis su definición más elemental, que fue la dada en el mencionado Informe Bruntland, donde, “el desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”[17]

Desde la experiencia latinoamericana en el marco de los gobiernos de los años noventa, se evidencian diferencias conceptuales, en tanto: ´la teorización latinoamericana del desarrollo sostenible difiere en forma significativa del discurso de Bruntland, así no constituya una propuesta radical. La perspectiva latinoamericana del desarrollo sostenible comienza por afirmar la necesidad de diferenciar los problemas ecológicos por regiones, sin caer en una peligrosa homogeneización del ambientalismo global. Se le da importancia a aspectos no tocados por Bruntland en forma adecuada, tales como la deuda externa, la caducidad de los modelos de desarrollo convencionales, las desigualdades mundiales, la deuda ambiental histórica de los países del Norte, la equidad, la importancia de respetar el pluralismo cultural, y la protección del patrimonio natural y genético de la región. Más claramente que sus contrapartidas en el Norte, y a pesar de una persistencia del enfoque tecnocrático de la planificación, los teóricos latinoamericanos del desarrollo sostenible se ven abocados a una conceptualización de la ecología como sujeto político´.[18]

III. Visiones del desarrollo sustentable [arriba] 

A grandes rasgos, pueden esbozarse cuatro líneas discursivas en torno al desarrollo sustentable, cada una de ellas de diferente naturaleza, donde algunos discursos se aproximan más a una concepción antropocentrista, y otros, a visiones biocentristas.

La mirada antropocéntrica pone al hombre en un rol preponderante, donde la naturaleza es relegada a la categoría de objeto de explotación como insumo para la producción de bienes y servicios; la ´sostenibilidad´ entonces implicará conservar las condiciones necesarias que permitan satisfacer objetivos sociales. Esta visión de la naturaleza[19] da cuenta de dos variantes en el debate de la sustentabilidad. La primera, de corte reduccionista, pondera la naturaleza desde su faz productiva, concebida como ´capital natural´, donde bajo la visión neoclásica de la economía, la naturaleza puede en amplia medida reemplazarse por capital artificial –dinero y tecnología. La segunda, concibe a la naturaleza como un agente global de funciones ecológicas y sociales.

Por otro lado, la visión biocentrista de la naturaleza resalta su importancia intrínseca teniendo en cuenta el igual derecho que asiste a todas las especies para desarrollarse dentro del orden natural; bajo esta visión se da la confluencia de diversas visiones y modelos, que abarcan desde la ecología profunda hasta la noción conservadora que convierte la vida social en parte de los ciclos de la naturaleza.

Para el análisis de las visiones de sustentabilidad se sigue el análisis de Brand Karl-Werner quien distingue cuatro tipos de discursos o ideologías en torno al desarrollo sustentable: i) business as usual, ii) ´economía verde´ o ´modernización ecológica´, iii) ´sostenibilidad integral´ o ´ecologización estructural´, iv) tradicionalismo antimodernista.

i) Business as usual

Este discurso se apoya en una doble perspectiva. Por un lado, define al desarrollo sostenible como un crecimiento económico que se sostiene dentro de las leyes del mercado, donde no es necesario un apoyo externo –por ejemplo, estatal- para obtener niveles de producción cada vez mayores donde las ganancias y la productividad del trabajo se vean incrementadas: de este modo se alcanza, bajo esta lógica, el objetivo de ´satisfacer las necesidades del presente´ a la vez que posibilita la asistencia de países más pobres. La naturaleza es considerada un recurso explotable susceptible de apropiación. Esta tradicional visión del desarrollo sostenible pone énfasis en el crecimiento económico como modo de resolver los problemas ambientales a la vez que reducir los niveles de pobreza y el crecimiento demográfico asociado. En este sentido, el crecimiento económico aporta una serie de ventajas al desarrollo sostenible, entre las que pueden mencionarse, el aportar recursos financieros para la protección ambiental, estimular el progreso científico necesario para sustituir los recursos que la naturaleza provee de forma limitada, reemplazándolos por capital tecnológico y financiero. En el centro de esta visión se encuentra el principio de que la pobreza es la principal causa de la degradación ecológica con lo cual esta visión se erige como el camino viable hacia su erradicación paulatina: ello implica integrar en la economía mundial a los países subdesarrollados, así como fomentar el libre comercio y la circulación mundial de capitales y tecnología.

Es así que la naturaleza es valorada sólo en términos de su función productiva en el camino al desarrollo económico, teniendo en cuenta que los problemas ambientales generados por los países desarrollados en Occidente en su proceso de crecimiento económico, son ´relativizados en su gravedad y su solución es propiciada mediante la innovación tecnológica –tecnologías amistosas con el entorno, o tecnologías verdes-, sustitución de recursos, reducción del consumo de energía y materiales´. [20] Brand señala que el desarrollo sostenible se identifica aquí con un crecimiento sostenible, y este discurso implica una variación de las teorías modernizantes de los años 50 y 60 donde el progreso es pensado asegurando la protección ambiental de cara al futuro, y la privatización de los bienes naturales aparece como beneficiosa para garantizar un manejo eficiente de los recursos

ii) Economía verde o modernización ecológica

Esta visión se orienta al planteo de cómo proteger la naturaleza dentro del mercado capitalista, lo que se plasma en modificar la contabilidad nacional para incluir los costos ambientales de la producción.

Esta concepción del desarrollo sostenible parte del principio de que el capital natural no puede sustituirse por el artificial. Se valora entonces el entorno como espacio de uso teniendo en cuenta que la sobreexplotación del espacio y la contaminación, tienen relación directa con la problemática de los bienes colectivos. Para resolver el problema de la tragedia de los comunes –global commons- se propone establecer una serie de regulaciones en cuanto a estándares de emisión, asignación de responsabilidades, prohibiciones, medidas preventivas tales como internalizar los costos ecológicos –impuestos, auditorías-en los cálculos de las actividades empresariales para propiciar la eficiencia ambiental.

Esta práctica constituye una suerte de fiscalidad ecológica donde inicialmente en sus orígenes puede mencionarse la práctica de Eco-Swap, es decir,“cambio de deuda por mejora medioambiental”, donde bancos o agencias financieras internacionales proponían a un país endeudado anular una parte de su deuda externa a cambio de aceptar el gasto de una cantidad aplicada a mejoras ambientales.

No obstante, debe señalarse que esta estrategia, que favorece el crecimiento disociado, el derroche de recursos y el consumo intensivo de material, se conoce como ´revolución de la eficiencia´; también favorecería a nivel nacional, una modificación de la estructura económica, de las industrias intensivas en energía y con altos niveles de contaminación, hacia otras amigables con el ambiente.[21]

iii) ecologización estructural

En vez de tratar de introducir, desde arriba, cambios técnico-financieros que sigan la lógica del capital, la “cultura verde” cuestiona esa lógica a partir de una nueva identidad, de una nueva “cultura de la especie humana como componente de la naturaleza”[22]

Esta mirada pone en correlación al consumo y los desechos tóxicos, con los altos niveles de degradación ambiental, lo que hace necesario construir una noción de desarrollo sostenible que genere conciencia de los impactos ambientales en la vida cotidiana. Su contribución principal es proponer una profunda modificación de las pautas de consumo, la sensibilización de las problemáticas del Tercer Mundo, en especial en lo referente a cuestiones como la desertificación, deforestación, pueblos indígenas. Conservar la naturaleza a escala planetaria se entrama de modo directo con un ideario de justicia social mundial, a la vez que con prácticas de Comercio Justo.

iv) tradicionalismo antimodernista

Esta visión biocéntrica, en palabras de uno de sus teóricos más conocidos, Arne Naess[23], sostiene que “el florecimiento de la vida humana y no humana en la Tierra tiene valor en sí mismo”. “Estos valores son independientes de la utilidad del mundo no humano para los objetivos humanos”. Según este discurso, puede encontrarse una causa originaria que ha potenciado la degradación ambiental, en el despliegue de la civilización industrial de la Inglaterra del siglo XVII, extendiéndose de modo progresivo al resto de las naciones.

La expansión de la economía mercantil ocasionó un distanciamiento de la naturaleza, con lo cual se hace necesario, bajo esta mirada, abandonar el binomio hombre-naturaleza en pro de una concepción holística del hombre-en-la-naturaleza, para reemplazar la lógica de dominación humana sobre el mundo natural por una dinámica de simbiosis e igualdad biosférica.[24]

VI. Desarrollo sostenible y sostenibilidad [arriba] 

La visión de Bruntland posee connotaciones economicistas ya que se trata de gestionar de modo adecuado los recursos que aseguren la justicia intergeneracional, surgiendo el interrogante de cómo poner asimismo en acción la justicia intrageneracional, para de este modo permitir que las generaciones futuras hereden un mundo habitable. El concepto resulta de difícil concreción, en tanto convertir a las futuras generaciones ´en sujetos de derechos y obligaciones´ comporta ´una verdadera revolución jurídica´, en tanto el individuo es el ´único sujeto de derecho´. Asimismo, el alcance del concepto de necesidad conlleva un fuerte componente cultural que dificulta un consenso generalizado.[25

Es así que el término desarrollo sostenible, no se halla exento de ambigüedades. Una de las principales radica en que desarrollo sostenible, corresponde a la traducción en español del concepto de sustainable development y desarrollo y development no constituyen términos equivalentes. Si en inglés, el término develop, significa crecer o evolucionar, puede comprenderse en su sentido de i) evolución, como sostienen autores inscriptos en la corriente de la economía ecológica y defienden el desarrollo sostenible, o ii) como lo piensa la economía ortodoxa, que identifica crecimiento con desarrollo. Una visión integral requiere pensar que el desarrollo sustituya al modelo del crecimiento, abriéndose a una dimensión de progreso social y mejora de las condiciones de vida donde la dimensión ética, mejoras de los niveles de institucionalidad, el nivel de gobernanza y aspectos de distribución estén en el centro del debate[26]

Si se piensa en la idea de sostenibilidad, se está haciendo referencia a la capacidad de permanecer indefinidamente en el tiempo, que de aplicarse a los patrones actuales de cultura supone, que en la sociedad contemporánea, ´además de adaptarse a la capacidad del entorno natural en la que se desenvuelve, alcance los niveles de justicia social y económica que la dignidad humana exige´[27] El interrogante radica en si a través del desarrollo, se conseguirá indefectiblemente ese objetivo, o si existen caminos alternativos.

El siguiente interrogante consiste en pensar las posibles consecuencias de utilizar indiferenciadamente, los términos desarrollo sostenible y sostenibilidad, siendo que la sostenibilidad persigue la pervivencia de la sociedad humana bajo determinadas condiciones de dignidad, y para el logro de ese ideal, no existen esquemas establecidos a priori. Lo expuesto interroga respecto de si se debe crecer como imperativo –lo que es una noción intrínseca al desarrollo- o si debe ocurrir lo contrario, y en ambos casos, con qué alcances.

En la noción de desarrollo sostenible, la sostenibilidad opera negativamente, a modo de límite; dado que hay que desarrollarse, –lo que conceptualmente implica crecer- debe hacerse de determinada manera. Sin embargo, ocurre que la sostenibilidad es una noción positiva y altamente proactiva en tanto lleva a permanentes modificaciones de la sociedad planetaria para que la humanidad pueda perpetuarse de modo indefinido en el tiempo. La sostenibilidad, en este sentido, parecería ser la materialización del instinto de supervivencia social, sin que ello implique realizar juicio de valor alguno, respecto de si debe haber o no desarrollo (crecimiento)[28]. Y siempre ante un previsible aumento de la población mundial, que implicará nuevos escenarios de riesgos.

 

 

Notas [arriba] 

[1] Programa de Derecho del Cambio Climático. Facultad de Derecho. UBA. Proyecto DECYT 1620: “América Latina en el contexto del cambio global. Crecimiento verde y desarrollo inclusivo. El caso argentino: sus potencialidades en los distintos sectores económicos”. Instituto de Investigaciones Ambrosio Gioja, Facultad de Derecho. UBA
[2] Muñoz, Carlos Javier. Ciudad y desarrollo sostenible. Universidad del Norte, Barranquilla, 2013, p 50
[3] “En este sentido, el proceso de globalización cuya naturaleza intentamos descifrar –los crecientes intercambios comerciales, las telecomunicaciones electrónicas con la interconexión inmediata de personas y flujos financieros que parecen eliminar la dimensión espacial y temporal de la vida, la planetarización del calentamiento de la atmósfera, e incluso el aceleramiento de las migraciones y los mestizajes culturales–, ha sido movilizado y sobredeterminado por el dominio de la racionalidad económica sobre los demás procesos de globalización. Es esta sobre-economización del mundo la que induce una homogeneización de los patrones de producción y de consumo, contra una sustentabilidad planetaria fundada en la diversidad ecológica y cultural”; Leff, Enrique; La geopolítica de la biodiversidad y el desarrollo sustentable; Economización del mundo, racionalidad ambiental y reapropiación social de la naturaleza; En: Neoliberalismo de guerra y recursos naturales; OSAL 263, Año VI,N° 17; marzo-agosto 2006, cit p. 37
[4] “Una división internacional del trabajo, que reserva a las metrópolis del Norte los sectores estratégicos (informática, finanzas) y deja a los países del Sur la exportación creciente de materias primas, hasta terminar con sus reservas minerales, forestales y pesqueras. En estos países, cuando la apertura total de fronteras provoca una crisis permanente en la agricultura y en la industria nacional, la mano de obra puede llegar a ser lo suficientemente barata para que el capital transnacional decida relocalizar allí los procesos manufactureros que ya no resultan rentables en los países ricos, o que son demasiado dañinos para el ambiente a escala local. Tales prácticas son realizadas hasta que otro país presente condiciones aún más favorables al capital”. Beugace, Pierre; El desarrollo sustentable: crítica del discurso y de las prácticas. En: Estudios del Hombre, n° 22Serie Ensayos Progreso y Desarrollo. Ricardo Ávila (coordinador), 2009, cit. p 23.
[5] Bervejillo; Federico; Territorios en la Globalización, Cambio Global y Estrategias de Desarrollo Territorial; (Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES); 2009, ob., cit. p. 2
[6] Ibídem 11; cit. p. 84
[7] Colby; Michael; E., La administración ambiental en el desarrollo: evolución de los paradigmas”, Revista El Trimestre Económico; Vol. LVIII (3), n° 231, julio-set., 1991; Fondo de Cultura Económica
[8] “En los dos modelos económicos por entonces imperantes – el neoclásico y marxista- el trabajo humano y el capital creado por el hombre eran percibidos como factores primarios limitantes de la producción´. Se trataba de una época de ´creencia sin límites en el ´progreso del ingenio humano´, en el avance tecnológico y en su capacidad combinada para afrontar todos los problemas que pudieran surgir, comúnmente mediante la sustitución cuando la escasez elevaba los precios. Se comprende entonces la convicción en ´la capacidad de la naturaleza´ y del ´ ingenio humano´ como ´ilimitados´, donde era ´escasa la posibilidad conceptual de que la combinación de la acumulación del daño y el agotamiento de los recursos restringiera finalmente la producción y la oportunidad humana”. Bustamante, Los derechos de la sustentabilidad…, cit. p 89
[9] Bustamante, Laura; Los derechos de Sustentabilidad, Editorial Colihue, Buenos Aires, 2007, ob cit p. 91
[10] Bustamante, Laura; Los derechos de Sustentabilidad…, ob cit p 99
[11] Colby; Michael, La administración ambiental en el desarrollo…, ob cit p 602
[12] Bustamante,Laura, Los derechos de sustentabilidad, Ediciones Colihue, Buenos aires, 2007, p. 93
[13] De modo muy simplificado, se señalan las siguiente etapas: ´1) Sociedad Tradicional: economía caracterizada por una actividad de subsistencia, donde la totalidad de la producción se destina al consumo de los productores, y el comercio se da en pequeña escala, en base a trueque e intercambio, con escasos conocimientos técnicos para la producción. 2) Condiciones previas al despegue: período de transición orientado a neutralizar rendimientos decrecientes, ideas de progreso, fortalecimiento institucional, incremento de la productividad y expansión del comercio. 3) Despegue: crecimiento de sectores con técnicas industriales aplicadas, en áreas estratégicas (naval, militar, alimentación, etc), etapa de desarrollo tecnológico y crecimiento industrial, explotación de recursos naturales. 4) Tránsito hacia la madurez: progreso sostenido, progresivo dominio tecnológico, economías nacionales que se proyectan internacionalmente, modificación de la estructura de la fuerza del trabajo donde el sector agrícola se desplaza al industrial. 5) Consumo masivo: sectores principales que se mueven hacia bienes y servicios de consumo por los ingresos crecientes y la diversificación del aparato productivo, surgimiento de Estado benefactor, incremento de industrias productores de bienes de consumo
[14] Roberto Bermejo Gómez de Segura, Del desarrollo sostenible según Brundtland a la sostenibilidad como biomímesis, Universidad del País Vasco, UPV/EHU, 2012, ob cit p 14
[15] “El concepto de “desarrollo sostenible”, o “sustentable”, aparece en condiciones históricas muy específicas. Es parte de un proceso más amplio, que podríamos llamar problematización de la relación entre naturaleza y sociedad, motivada por el carácter destructivo del desarrollo y la degradación ambiental a escala mundial. Esta problematización ha sido influenciada por la aparición de los movimientos ambientalistas, tanto en el Norte como en el Sur, todo lo cual ha resultado en un complejo proceso de internacionalización del ambiente (Buttel, Haekins y Power, 1990). Como en toda problematización, han aparecido una serie de discursos que buscan dar forma a la realidad a la que se refieren. Estos discursos no son necesariamente descripciones “objetivas” de la realidad —como en general se pretende—, sino reflejo de la lucha por definir la realidad en cierta forma y no en otra. Estas luchas siempre están ligadas al poder, así sea sólo por el hecho de que de unas percepciones y definiciones dadas saldrán políticas e intervenciones que no son neutras en relación a sus efectos sobre lo social”. Escobar, Arturo, Cultura, Ambiente y Política en la Cultura Contemporánea, 1999, cit p 32
[16] “El discurso del Informe Bruntland parte del corazón mismo de la modernidad occidental. Es por esta razón que lo llamamos liberal, no en un sentido moral o político, sino en un sentido fundamentalmente antropológico y filosófico. El mundo de Bruntland, en efecto, da por sentadas una serie de realizaciones de la modernidad liberal de Occidente: la creencia en la posibilidad de un conocimiento científico objetivo, cuya veracidad está asegurada por el ejercicio instrumentado de la vista —la visión desde el espacio es la misma visión a través del microscopio del biólogo, es decir, la visión científica—; una actitud frente al mundo que exige que éste sea considerado como algo externo al observador, pudiendo entonces ser aprehendido como tal, conocido y manipulado —la famosa división entre sujeto y objeto del cartesianismo—; la insistencia en que la realidad social puede ser “gestionada”, que el cambio social pude ser “planificado”, y que lo social pude ser mejorado paulatinamente, ya que los nuevos conocimientos pueden ser retroalimentados en los esquemas vigentes de la realidad para así modificar y afinar las intervenciones. Pero tal vez el rasgo de la modernidad que el discurso liberal del desarrollo sustentable asume con mayor claridad es el de la existencia de una cultura económica dada. Es sabido que la modernidad descansa no sólo en una estructura epistemológica particular, sino en una serie de concepciones y prácticas llamadas “económicas”, también inusitadas desde el punto de vista antropológico e histórico. (…)La expansión del mercado, la mercantilización de la tierra y el trabajo, las nuevas formas de disciplina en las fábricas, escuelas, hospitales, etc., las doctrinas filosóficas basadas en el individualismo y utilitarismo y, finalmente, la constitución de la economía como una esfera “real”, autónoma, con sus propias leyes e independiente de “lo político”, “lo social”, “lo cultural”, etc., son tal vez los elementos más sobresalientes de la construcción histórica de la cultura económica occidental”. Escobar, Arturo, Cultura, Ambiente y Política en la Cultura Contemporánea, 1999, cit. p4
[17] Our Common Future. En: http://ww w.un-docu ments .net/our -com mon-f uture.pdf
[18] Escobar, Arturo; Cultura, Ambiente y Política en la Cultura contemporánea, 1999, cit p. 34
[19] Karl-Werner Brand, Del debate del desarrollo sostenible a las políticas medioambientales. En: Desarrollo sostenible, un concepto polémico, cit pp 141 y ss, Servicio Editorial Universidad del País Vasco
[20] Bustamante, Laura; Los Derechos de la Sustentabilidad…, cit p 118
[21] Bustamante, Laura, Los derechos de sustentabilidad…, ob cit p. 118
[22] Beucage, Pierre; El desarrollo sustentable: crítica del discurso y de las prácticas, pág. 10; en Estudios del Hombre, Serie Ensayos Progreso y Desarrollo, Ricardo Ávila (comp), 2009
[23] Naess Arne, 1973. “Los movimientos de la ecología superficial y la ecología profunda: un resumen”. Revista Ambiente y Desarrollo de Cipma. ob cit pp. 98-101.
[24] No obstante. ´A partir de los años 1970, surgió, en las Américas primero, un amplio movimiento indígena (Bonfil 1981). El nuevo actor social entró
en contacto con el discurso antropológico y ecologista y se apoderó de una parte de sus símbolos, no sólo para denunciar el etnocidio que seguía vigente, sino también para reclamar su contrario: un etnodesarrollo (Bonfil et al. 1982). Por lo tanto, sus voceros le quitaron al ecologismo radical su biocentrismo, idealista y nostálgico, para reintroducir las necesidades de los grupos humanos existentes en las relaciones con el ambiente´. Beucage, Pierre; El desarrollo sustentable: crítica del discurso y de las prácticas, pág. 20; en Estudios del Hombre, Serie Ensayos Progreso y Desarrollo, Ricardo Ávila (comp), 2009
[25] Real Ferrer, Sostenibilidad, Transnacionalidad y transformaciones del derecho, en Revista de Derecho Ambiental, nº32, Abeledo Perrot. Octubre-noviembre 2012, cit p 67
[26] Linares Lamas, Conceptos marco de sostenibilidad, p 28
[27] Real Ferrer, Sostenibilidad, Transnacionalidad y transformaciones del derecho, en Revista de Derecho Ambiental, nº32, Abeledo Perrot. Octubre-noviembre 2012, ob cit p 67
[28] Ibid, p 69



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